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La protección digital: el commodity del futuro

Actualmente los seguros constituyen una pieza básica en nuestra estructura social. Los bienes que nos pertenecen son aspectos muy valorados para nosotros a nivel personal, familiar o laboral. Pero si lo que es puramente físico nos preocupa en extremo, nos debemos replantear cómo de importante nos resulta algo intangible como es nuestra propia identidad o reputación digital y cómo podemos protegerla.

Como previsión ante posibles riesgos, desde hace años protegemos los diferentes tangibles que conforman nuestra vida, como puede ser nuestro dinero, nuestro hogar o nuestro coche, con el fin de recibir la indemnización adecuada que nos permita cubrir los riesgos en el caso de que experimentemos un incidente. Hace años era impensable, por ejemplo, que contratásemos un seguro para proteger nuestro teléfono móvil. Sin embargo, en la actualidad, es una tendencia al alza. Tan solo en 2017, la contratación de pólizas para proteger los smartphones frente a siniestros creció un 15% en España respecto al año anterior, según datos de CPP Group Spain. Este incremento, a la hora de asegurar nuestras pertenencias, es el resultado de una gran demanda por parte del mercado español. De esta forma, se cubren ante imprevistos que puedan llegar a sumar elevados importes cuando se trata de reparar el daño ocasionado.

Pero volvamos al principio. Si estamos tan concienciados de cubrir este tipo de contratiempos para nuestros bienes materiales, ¿por qué no lo estamos tanto si de lo que hablamos es de nuestra propia protección digital? El incremento de los servicios online y el auge y éxito de las redes sociales conllevan riesgos a los que también nos exponemos día a día, prácticamente sin ser conscientes de ello. Compartimos más información que nunca en estos canales y el número de veces que nos damos de alta en nuevos sitios online con nuestros datos personales está creciendo exponencialmente. Una vez que hemos creado una cuenta y compartido nuestra información con terceros, la seguridad de la información está fuera de nuestro control. Esta situación, ante un hecho ilícito, puede acarrear serios problemas. Según datos de CPP Group Spain, el 20% de los datos robados se utilizan en menos de 30 minutos, y el 50% en las primeras 7 horas.

Si estamos tan concienciados de cubrir este tipo de contratiempos para nuestros bienes materiales, ¿por qué no lo estamos tanto si de lo que hablamos es de nuestra propia protección digital?

Por esta razón, es imprescindible proteger nuestra información, ya que actualmente ésta no solo queda guardada en nuestro ordenador o dispositivo físico, sino que también puede quedar almacenada en la nube, en el servidor de la empresa en la que trabajamos o en cualquier otro hosting del lugar desde donde accedamos. Lo que es seguro es que a partir de este punto nuestra información deja de estar puramente en nuestras manos para pasar a estar en manos de terceras personas. Y es aquí donde, en cierta medida, dejamos de tener el cien por cien del control de nuestra propia información. La media de registros vinculados a un único email en varios países es de 120, número que se duplica cada año. Además, los emails personales se venden en la dark web –zona no indexable por los buscadores convencionales– por solo 0,80€ y los pasaportes por 101€. Otros datos que representan la magnitud de este problema son los 750 billones de euros en pérdidas causadas por ciberdelitos en todo el mundo, los 7,5 millones de emails robados en 2016 con terminación “.es”, cifra que aumenta hasta los 9,3 millones en 2017. Por tanto, el peligro no está en nosotros como particulares que manejamos nuestra información, aparentemente de forma segura y con tranquilidad. Sino en cómo terceros pueden llegar a atacarnos al tener acceso a nuestra información, información que puede estar depositada en decenas de empresas en las que por un motivo u otro hemos depositado nuestros datos y que pueden ser víctima de un ciberataque.

Lo que está claro es que aún falta educación sobre la seguridad personal en el ámbito online. Sin embargo, en las generaciones futuras, esto no será un problema, ya que estarán mucho más mentalizadas sobre la importancia de blindarse ante riesgos como la ciberdelincuencia o el ciberacoso. Con el paso del tiempo, proteger nuestra identidad digital será igual de importante que proteger nuestro teléfono móvil. Estamos seguros de que los servicios que protejan nuestra vida digital irán evolucionando según aumente nuestra presencia en estos canales y, sin duda, se convertirán en el commodity del futuro.

Oliver Plazas Hernández, Product Manager Continental Europe de CPP Group

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